Cristina Aranda: "Los padres deberían llevar la cuenta de cuántas veces llaman lista a su hija y cuántas guapa"

MELISA TUYA

Cristina Aranda

Cristina Aranda (Madrid, 1976) es cofundadora de Mujeres Tech, que promueve la presencia femenina en el sector digital. Precisamente esta asociación lanzó el pasado 10 de diciembre una nueva iniciativa llamada #girlsgonna para concienciar sobre el impacto que tienen los sesgos y prejuicios de género asociados a las profesiones de ciencia y tecnología.

Esta madrileña que se siente oscense, de hablar vehemente y risa fácil, fue la finalista de la última edición de los premios Avanzadoras que 20minutos organiza junto con Oxfam Intermón. Charlamos con ella sobre su empeño "por romper la brecha de género que existe en el sector tecnológico", en el que solo el 20% de los puestos de trabajo está desempeñado por mujeres.  

En Europa, uno de cada tres graduados en ingeniería es mujer, y en España es uno de cada cuatro. Según la Comisión Europea, la paridad en la industria digital permitiría elevar el PIB de la UE en unos 9.000 millones de euros anuales. ¿Por qué hay tan pocas mujeres en ese sector?

Hay demasiados sesgos inconscientes. Una niña y una mujer reciben miles de estímulos en su día a día por los que se las está valorando por su físico y por atributos como ser madre o no. Llamarlas mandonas o sabiondas, es desligitimar su valía. Es decirles que son niñas y que no deben destacar. Y así, si luego destacas, debes estar continuamente demostrando y justificando qué haces ahí. Desde Mujeres Tech lo primero que les decimos es que no somos princesas consumidoras, somos reinas creadoras. Hay que trabajar la autoestima: sé líder, sé curiosa, pide dinero, siéntete poderosa, porque puedes y tienes derecho. ¿Por qué hay pocas ingenieras? Porque hacemos muy mal marketing de las ingenierías, empezando ya desde el colegio, dónde en los libros de textos solamente aparecen un 8% de mujeres en todas las áreas de conocimiento. Y solo hay un 11% en la Wikipedia. A cualquier persona le pides que te mencione mujeres inventoras y no te sabrá decir nombres. Estamos estereotipadas en que las chicas tienen que cuidar y los chicos inventan y crean, pero cuando la tecnología es algo tan estratégico, necesitamos gente que desarrolle con perspectiva de género, gente que piense como mujer y que aporte ese valor a los equipos.

Habla de referentes. Otro estudio impulsado por Microsoft afirma que el interés de las niñas por la ciencia y la tecnología se duplica cuando tienen referentes femeninos.

Es que nuestros referentes tecnológicos son masculinos. Tú ves esos señores estereotipados de las películas, faltos de aseo personal, y dices "yo no quiero identificarme con eso".


Los grandes magnates tecnológicos que nos vienen a la cabeza también son hombres, como Steve jobs, Jeff Bezos o Bill Gates.

Claro, esos también son nuestros referentes. Yo pongo de ejemplo el caso siempre de Valeria Corrales, que acaba recibir el premio de Inspiring girls. Es una chica de Huesca que va a una escuela tecnológica liderada por la teleco Patricia Heredia, que ha salido en todos los medios y tiene un potencial motivacional enorme para el resto de niñas. Si el año pasado en su escuela de tecnología, robótica y programación había un 5% de niñas, este año se apuntaron un 50% a los talleres de verano. ¿Por qué? Pues porque han visto que hay chicas de su edad que programan y se lo pasan bien.


¿Cuál fue su referente?

Mi madre. Es licenciada en Bellas Artes. Con cuatro hijos empezó a hacer un FP nocturno de Electrónica porque se dio cuenta que en Huesca no había gabinetes audioprotésicos. Luego estuvo yendo a Barcelona a sacarse la carrera de audioprotésica.  Y es emprendedora: cuando se jubiló vendió el negocio a una empresa. Yo veía eso en casa y decía, pues si mi madre puede, yo también. Para mí es mi referente de mujer tech.


Usted es doctora en Lingüística. Su formación inicial no es precisamente tecnológica.
Me suelen preguntar qué hace una filóloga en el mundo de la tecnología. Pues perdona, pero en Google escribes palabras. Google es un foco léxico semántico en el que se puja por palabras.  Cuando hablas de tecnología detrás hay lingüistas, sociólogos, antropólogos... Esto es lo bonito de la tecnología, que requiere tanto perfiles de Humanidades como tecnológicos. La gente que conozco más brillante, con un pensamiento renacentista, es multidisciplinar. Y cuanto más multidisciplinar sea tu equipo, mejor tecnología vas a hacer. Todo el fracaso comienza en los planes de estudio, que te hace decidir si quieres ciencias o letras cuando el mundo al que vamos es transversal y exige no tener áreas de conocimiento tan cerradas, tan monolíticas. Da igual lo que estudies, pero ten formación tecnológica porque hoy día se utiliza tecnología para todo.


Muchos jóvenes acaban en carreras de Humanidades por evitar precisamente asignaturas como Matemáticas.

El problema es ese, vas eligiendo tu camino formativo en virtud de lo que no te gusta. Estás tomando decisiones de gran impacto en tu vida a una edad en la que no sabes lo que quieres y tampoco existe un asesoramiento -o al menos yo no lo tuve- que te diga "eres así, así que prueba con esto". A mí me encantaba la Química pero odiaba Física y Matemáticas; recuerdo decirle a mi profesora de Literatura que quería ser Química y tal vez lo hubiese sido si esta señora no me hubiese cuestionado y si el sistema educativo no me obligase a estudiar lo que no quería. Entiendo que tiene que haber unas áreas de conocimiento básicas obligatorias, pero hay mucho margen de troncalidad y libre elección. Debería de revisarse todo con lupa.


¿Cómo acabó trabajando en este sector?

Yo siempre he sentido una rabiosa curiosidad por la tecnología. Por ejemplo arreglé la radio de mis padres. Hacía páginas webs a mis amigos y a mi padre y  a mi madre para sus diferentes negocios. Es verdad que luego estudié Filología y empecé como creativa de marketing, pero ahí empecé a tener el primer contacto con las redes sociales cuando empezaron, cuando los digitales éramos bichos raros. Hice un máster en Internet Business y es cuando dí el salto. De forma azarosa, descubrí que mi tesis, que habla sobre cómo creamos y procesamos palabras, utilizaba teorías de corte asociativo que se emplean en el procesamiento natural del lenguaje de las plataformas de inteligencia artificial como la de Google o Alexa. Ahora estoy en una empresa tecnológica, Intelligence, dónde puedo saciar mi rabiosa curiosidad, porque el sector tecnológico requiere estar a la última, hay una obsolescencia formativa continua.


¿Se ha encontrado con esa creencia de que  la formación técnica y científica es superior a la formación en Humanidades?

La gente que hemos hecho Filología, igual que otras Humanidades, no hemos sabido ponernos en valor. Yo me he encontrado esa desconsideración tradicional de las Humanidades por parte de la gente científico-técnica. Cuando se ponen a hablar en plan superior, defendiendo por ejemplo la superioridad de la inteligencia matemática, yo siempre les digo que no estoy de acuerdo, porque yo puedo explicar el lenguaje sin las matemáticas, pero no puedes explicar las matemáticas sin lenguaje.


Precisamente en Humanidades sí que hay una mayoría de mujeres.

Somos muchas mujeres, pero muy pocas catedráticas, muy pocas directoras de departamento o reconocidas expertas. Pasa como en Medicina.


¿Cuál es entonces la solución?

Hay que hackear los estereotipos. Desde Mujeres Tech lo estamos haciendo con talleres para hombres y mujeres. Y hemos lanzado #girlsgonna para alcanzar mayor impacto; para que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, pueda descargar tutoriales y recursos. Nuestro lema es de Eduardo Galiano: "mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo". Esta plataforma queremos que nos ayude a cambiar el mundo mucho más rápido. Gracias a nuestro trabajo, la cofundadora de Mujeres Tech, Sara Alvarellos, está en la mesa de expertos del Ministerio de Educación para desarrollar el pensamiento computacional dentro de las diferentes etapas educativas. Y las dos estamos en la mesa de género del Ministerio de Economía y Empresa, dentro de la Secretaría de Estado de Avance Digital.


¿Qué pretenden conseguir de estas instituciones?

Que nos ayuden a cambiar la opinión pública. Es muy importante llegar a las familias y al profesorado, que son los que tienen mayor influencia e impacto en las niñas. Y en los niños, no nos olvidemos. Es muy importante fomentar las actitudes de corresponsabilidad y la inteligencia emocional en los niños. Igual que a nosotras no nos deben llamar mandonas si somos líderes, a los niños no se les pueden llamar nenazas o maricones cuando expresan sus emociones. Nos toca como sociedad hacer el ejercicio de sacudir conciencias, hacer un ejercicio de autocrítica, desaprender lo aprendido y empoderarnos todos como personas, olvidándonos de hombres y mujeres, de etiquetas, del rosa y el azul.


De hecho en el equipo de Mujeres Tech también hay hombres.

Pablo Rodríguez, uno de los fundadores, es un hombre. También lo es nuestro colaborador en Cataluña, Aurelio Ruiz. Contamos con muchos aliados. Esto depende de todos. Como dice la escritora feminista Mary Beard en su libro Mujeres y poder, vivimos en una sociedad cuya estructura es netamente masculina y los hombres escuchan a los hombres. Es muy importante contar con aliados que comprendan y consideren necesario este cambio y se declaren feministas. Nosotros siempre colaboramos con personas que quieren cambiar el mundo, hombres y mujeres.


¿Cómo surgió Mujeres Tech?

Empezamos los primeros talleres en 2015. Surge como un proyecto de la embajada de EE UU en España y del Meridian Center. A día de hoy ya hemos creado una comunidad de 400 niñas y esperamos que siga creciendo con la nueva plataforma. Pero no solo hacemos talleres para niñas, uno de los más recientes era para chicos y chicas: mientras ellos aprendían a programar, en la sala de al lado estábamos dando una charla a los padres sobre género y enseñándoles las diferentes tecnologías que estaban usando sus hijos para que las fomentasen. Así ayudas a que toda la familia trabaje de forma colaborativa y a que la tecnología sea un sexo de unión.

¿Qué recomendaría a los padres que hagan para incentivar este interés de las niñas por la tecnología y las ciencias?
Primero que lleven la cuenta de cuántas veces llaman lista a su hija y cuántas  guapa. También cuantas veces fomentan la inteligencia emocional en su hijos. Y les recomendaría que no hay nada imposible. Que les faciliten a ellos y a ellas películas y libros que les empoderen, que muestren como necesaria la diversidad, que las mujeres no son menos que un hombre, que les hagan ver si están ante estereotipos. Eso por un lado. Por otro que utilicen la tecnología, que empiecen a programar con sus hijas y con sus hijos con Scratch, que es una tecnología del MIT, que compren robots pequeñitos para montar con ellos.

Las nuevas tecnologías son algo que causa temor en muchos padres.
El miedo tiene que ver con el desconocimiento. Es como las primeras locomotoras, que mucha gente creía que se iban a descomponer al ir a cien kilómetros por hora,  y mira ahora que tranquilos vamos en el AVE. La ignorancia lo primero que hace es demonizar lo nuevo, cuando lo primero que hay que hacer es entender cómo utilizarla para enseñar a nuestros hijos a navegar con mayor eficiencia y, sobre todo, seguridad. Por eso es tan importante una alfabetización digital bien hecha, con divulgación, por  ejemplo, en la televisión. Y de ahí viene nuestra labor evangelizadora. Hay una brecha de género, pero también hay una brecha digital bestial.


Se denomina como evangelista tecnológica, ¿de dónde sale esa necesidad por evangelizar?
Es un término que viene de Silicon Valley. Surge porque la tecnología forma parte de nuestras vidas, de nuestra forma de comunicarnos, de trabajar. Tiene un gran impacto social y económico. La innovación empieza y termina en las personas y por eso es tan importante que la gente conozca la tecnología.


¿Es optimista respecto a la posibilidad de un cambio real?

Soy escépticamente optimista. Desde 2015 estamos viendo un montor de iniciativas. El ejemplo más claro fue cómo las muejres salieron a la calle el pasado 8 de marzo. Que el señor Sánchez haya puesto más ministras no es fortuito. Hay empresas contratando una figura como es el manager de diversidad e inclusión. Claro que estoy viendo el cambio. Se va a avanzando, pero las personas que trabajamos en la innovación social sabemos que los cambios no se producen de la noche a la mañana, requieren recorrido e implicación de todos los agentes que participamos en la educación de los niñaos y de las niñas y también de los agentes que operan en el sector empresarial.





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